Mientras tanto, las luminarias locales siguen robándose la función. El alcalde Marco Bonilla, fiel a su estilo de “primero la fiesta, luego la responsabilidad”, fue captado este fin de semana en el concierto de Grupo Firme, disfrutando con sus “muy buenos amigos”, muuuuy amigos, porque al parecer, la estrategia de seguridad ahora pasa por el perreo y el karaoke a todo pulmón. Todo mientras los baches, la falta de patrullas verdaderamente propias y la inseguridad siguen bailando cumbia en las calles de la ciudad.

Y como si no fuera suficiente circo, ahora resulta que Marco Bonilla encontró al verdadero culpable del brote de sarampión en Chihuahua: el presidente Andrés Manuel López Obrador. Sí, leyó usted bien. Porque en esta tragicomedia, cuando falla la vacunación estatal, la prevención municipal y la capacidad para organizar campañas de salud mínimamente decentes, siempre quedará el recurso infalible: culpar al Presidente. ¿Responsabilidad local? ¿Coordinación de servicios de salud? Nah, mucho trabajo. Mejor cantamos “Ya supérame” mientras culpamos a Palacio Nacional.

Y no olvidemos el brote de sarampión, que ya amenaza con ser la “gira nacional de la negligencia sanitaria”. Mientras tanto, nuestras autoridades nos piden confianza, como si no supiéramos que en Chihuahua la improvisación es la especialidad de la casa, tanto para combatir enfermedades como para repartir culpas.

En resumen, Chihuahua vive entre corridos, brotes epidemiológicos y culpables a modo, mientras los ciudadanos seguimos en primera fila, viendo un espectáculo donde el sentido común brilla por su ausencia y el aplauso es cada vez más sarcástico. Pero eso sí, aquí nadie se aburre: cada semana hay función nueva.